Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100007
Legislatura: 1871
Sesión: 27 de abril de 1871
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Menéndez Vigo.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 20, 250 a 252.
Tema: Acta del Sr. Álvarez (D. Cirilo), Senador electo por la provincia de Burgos.

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Yo siento mucho, Sres. Senadores, molestar al Senado en las cuestiones de actas, porque el Gobierno, no solo se había propuesto ser completamente imparcial en estos asuntos, sino perfectamente neutral, dejando al Senado la resolución de todo lo relativo a las actas. Pero el señor Méndez Vigo, que no deja de aprovechar ocasión ninguna, venga bien o venga mal, para atacar al Ministro de la Gobernación, me pone en el deber de dirigir algunas breves palabras al Senado.

Yo no sé qué pensar del Sr. Méndez Vigo; pero paréceme que S.S. se ha propuesto tomar al Ministro de la Gobernación a la manera que cierto actor tomaba al Rey absoluto allá en los tiempos del absolutismo.

Era este un actor que no era bueno, pero que había llegado a adquirir cierta fama como actor y como empresario, recorriendo algunas provincias de España; que cuando no aprendía bien el papel, o cuando tomaba alguno superior a sus fuerzas y veía cierta inquietud en el público, que podría indicarle alguna tempestad, procuraba conjurarla prescindiendo de su papel, y adelantándose hacia el proscenio gritaba con voz atronadora ¡viva el Rey absoluto! Pues bien; esto es lo que sucede al Sr. Méndez Vigo; toma papeles que no estudia, porque en la alta inteligencia de S.S. no cabe suponer que haya papeles superiores a sus fuerzas; estudia poco los papeles que se propone representar, y cuando se ve apurado, no dice como el actor ?viva el Rey absoluto,? pero viene a decir sobre poco más o menos o en sustancia: ¡muera el Ministro de la Gobernación!

Yo no sé por qué hace eso S.S.: atáqueme cuando sea oportuno el ataque y cuando le convenga; pero en todo y para todo, eso no lo comprendo; eso realmente no es al Ministro de la Gobernación a quien hace daño; en todo caso se lo hará a lo que no quiero llamar, pero que lo parece, intemperancia de S.S. hacia el Ministro de la Gobernación.

Las actas de Burgos se van haciendo célebres, ¡ya lo creo! las va prestando celebridad S.S.; no la tienen de por sí las actas de Burgos; S.S. es quien se va haciendo célebre en estas como en otras actas anteriores. Y por cierto que no sé qué interés tiene S.S. en hacerse célebre en una cuestión de actas, cuando S.S. tiene celebridad bastante, bastante; una celebridad tan grande, que se disputan la gloria de buscar a S.S. por representante todas las provincias y todos los partidos.

En Valladolid votan a S.S. los moderados, los moderados y carlistas en Oviedo, los carlistas y republicanos en Granada. De manera que moderados, carlistas y republicanos se disputan a porfía la gloria de que sea su representante el Sr. Méndez Vigo por su celebridad. ¿Para qué buscar otra celebridad mayor? ¿Para qué aspirar a encontrarla en una cuestión de actas?

Las actas de Burgos. ¿Y qué tienen las actas de Burgos? En resumidas cuentas, todo lo que hay en las actas de Burgos es que el día 22 de marzo los compromisarios de un lado y los compromisarios de otro armaron una discusión acalorada, fueron más allá de lo que aconseja la prudencia y pasaron a vías de hecho, rompieron la urna, y el acto tuvo que suspenderse. Pero de esto S.S. hace grandes cargos. ¿A quién? ¿Al Gobierno, al Ministro de la Gobernación, al gobernador de la provincia? ¿Por qué? ¿Qué participación puede tener el Gobierno, el Ministro de la Gobernación, el gobernador de Burgos en un acto desgraciado como el que tuvo lugar el día 22 de marzo en la elección de Senadores?

Pero dice el Sr. Méndez Vigo: es que son los amigos del Sr. Sagasta. Yo en Burgos he estado pocas veces, cuando he estado ha sido de paso; tengo pocos amigos, tendré correligionarios porque los tengo en todas partes; así, habrá querido S.S decir que los que hicieron eso son los correligionarios de Sagasta, es decir, los adictos a la situación, es decir, los liberales. ¿Y qué razón tiene S.S. para creer que hayan sido los liberales los que han promovido el desgraciado accidente de las elecciones de Burgos? (El Sr. Tejado: Pido la palabra.) ¿Qué culpa tienen de eso el Ministro de la Gobernación? Pero ¿por qué han de ser los amigos o correligionarios de Sagasta y no los correligionarios del Sr. Méndez Vigo, ahora los carlistas, los que han promovido ese suceso desgraciado? Yo no sé quiénes hayan sido, me han dicho que han sido los carlista, pero no lo sé, porque eso lo han de decidir los tribunales. Pero ¿por ventura, los carlistas de Burgos son más morigerados, más prudentes, más comedidos que los liberales?

El día 21 marchaban perfectamente y con toda tranquilidad los actos preparatorios de la elección; pero hubo algunos incidentes de que el Sr. Méndez Vigo tendrá noticia, y que ciertamente no fueron promovidos por los liberales de Burgos. Entre ellos voy a citar uno bastante notable.

Se encontró allí un compromisario, que no era seguramente liberal, y cuyo nombre no quiero citar por la clase a que pertenece, a la cual respeto yo mucho más que él que está en el deber de respetarla. Este compromisario armó un pequeño tumulto, revolver en mano, para exigir a ciertos otros compromisarios que votasen a los candidatos carlistas; tuvo que intervenir la autoridad, y fue preciso arrancarle el revolver de las manos, llevarle a la inspección de vigilancia y entregarle, por último, al juzgado, que se hizo cargo de él. ¿Era liberal o carlista ese compromisario? Carlista sería, pues que por los candidatos carlistas abogaba en términos tan suaves y persuasivos, como son los que consisten en amenazar con revolver en mano a los demás compromisarios. Era, pues, un carlista; y repito que no quiero decir más, porque respeto más que él la clase a que pertenece. Pues si este carlista hizo eso el día 21, y hubo otro carlista que hizo lo mismo, dando lugar forzoso a la intervención de la autoridad, carlistas debieron ser también, y no liberales, los que promovieron el conflicto del día 22. ¡O es que los carlistas de Burgos son tan prudentes, tan timoratos, tan morigerados y tan respetuosos a las autoridades y a las instituciones que sean incapaces de hacer semejantes cosas! Verdaderamente que son muy morigerados, muy prudentes y muy templados, como que de poco tiempo a esta parte no han hecho más que arrastrar a un gobernador. Por consiguiente, bien puede suponerse que fueran los carlistas y no los liberales los que promovieron el tumulto del día 22 en Burgos.

Pero no me meto en eso: sean los unos, sean los otros, ni el Gobernador, ni el Gobierno, podían hacer nada en eso, son accidentes que ocurren desgraciadamente en las luchas apasionadas de los partidos, que no puede prevenir la autoridad en manera alguna.[250]

La autoridad no puede hacer otra cosa que precaver, en cuanto esté en su mano, los hechos de esa naturaleza y castigar después a sus autores; pero no puede prevenir ni esos ni otros sucesos parecidos. ¿Es qué quería S.S. que hubiese llevado allí fuerza armada? ¡Qué hubiera dicho entonces S.S.! ¿O es que S.S. pretende, haciendo un cargo al Ministro de la Gobernación, como si el Ministro de la Gobernación tuviera alguna culpa en ello, que hubiese ordenado al gobernador que pretendiera a todos los proveedores del tumulto, es decir, a casi todos los electores, y les tuviera encarcelados? Entonces ¡qué no habría dicho S.S. también! ¿No habría dicho que eso se hacía porque el Gobierno, llevando perdida la elección, había apelado al medio de prender a los electores? ¿Y qué ha hecho el Gobierno? Entregar los culpables a los tribunales de justicia, que entienden ya en el suceso.

Por consiguiente, ¿a qué hacer cargos al Gobierno ni al Ministro de la Gobernación? ¿A qué decir aquello de que ?si es así como entiende el Gobierno la soberanía nacional,? y de añadir ?que esa soberanía nacional es una soberanía salvaje y brutal?? Lo que sería salvaje y brutal, Sr. Méndez Vigo, sería hacer lo que S.S. pretendía que se hiciese; lo salvaje y brutal sería intervenir entre el curso del suceso y los tribunales, y proceder arbitrariamente, no contra cualesquiera ciudadanos, sino contra compromisarios que tienen una misión sagrada que cumplir en representación de sus comitentes. Eso hubiera sido salvaje y brutal, valiéndome de las expresiones suaves y templadas con que S.S. suele honrar este altísimo Cuerpo.

Que ha ocurrido un incidente desagradable en Burgos; y eso ¿qué tiene que ver con las actas? Han ocurrido incidentes desagradables en muchos distritos, y ocurren en todas partes donde las elecciones son libres, y muy especialmente donde se verifican por medio de un sufragio tan lato como el sufragio universal; pero no por eso las actas ofrecen aspecto de nulidad, como S.S. quiere demostrar. Hubo un incidente desgraciado; hubo un tumulto; pero el tumulto pasó; las elecciones se hicieron pacíficamente; ahí están las actas: si efectivamente son legales, se aprueban, y si no, se anulan.

Pero ¿qué quiere S.S. que se hubiera hecho? ¿Que no se hubieran llevado a cabo las elecciones? ¡Cómo! ¿En dónde está prevenido que las elecciones no se hagan porque ocurra un tumulto? La ley previene que las elecciones se suspendan cuando haya causas materiales de orden público que impidan su realización, y eso precisamente es lo que se ha hecho en Burgos. ¿Quería S.S. que se hubiera hecho en el acto la elección? ¡Qué cargos tan graves se hubieran dirigido entonces al Gobierno! Se hubiera dicho que el Gobierno había preparado este conflicto para echar de allí a sus enemigos, y una sola vez despedidos del local, haber arreglado las elecciones a su gusto.

Eso era lo que hubiera querido el Sr. Méndez Vigo para tener motivo de ataque al Gobierno, ya que sin motivo formula protestas.

Se ha hecho lo que no podía menos de hacerse, y se ha hecho todo sin intervención del Gobierno; porque el Gobierno, ni en eso, ni en nada relativo a elecciones, le corresponde intervenir. La mesa definitiva, la junta de compromisarios es la que tomó el acuerdo que creyó más conveniente; y ese acuerdo fue desde el momento en que, a consecuencia del tumulto desaparecieron varios compromisarios; y hallándose en el caso previsto por la ley de no haber número bastante para votar, había que hacer nueva elección en el término de diez días, según lo prescrito en la ley.

Así ha sucedido; y sin la menor perturbación, y sin presión de nade, y sin tomarse medidas por la autoridad, se ha realizado esa segunda elección, que era la manera más perfecta, el modo más legal de salvar el conflicto y de resolverlo.

Y sin embargo de esto, eso precisamente es lo que constituye el gran ataque del Sr. Méndez Vigo. No, señor Méndez Vigo; se ha hecho lo que no podía menos de hacerse, y ni el Gobierno, ni el Ministro de la Gobernación, ni el gobernador, han tenido intervención alguna; pues cuando supo el Ministro de la Gobernación lo ocurrido, supo al mismo tiempo que se había convocado a una segunda reunión de compromisarios para el día 1º de abril.

Yo hubiera deseado que la elección se hubiera verificado en el acto; pero se me advirtió que se podía creer por nuestros enemigos que el conflicto se había preparado por parte de los amigos del Gobierno, por temor de perder las elecciones, para lograr que se ahuyentaran los contrarios, haciendo entonces la elección entre los ministeriales, y entonces comprendí que tuvo razón el presidente de aquella mesa al tomar el acuerdo enunciado.

¿Qué queda, pues, de todo esto a que tanta importancia se ha querido dar, y que se ha presentado con caracteres de tal enormidad? Un suceso desagradable, una perturbación que afortunadamente no ha producido consecuencias desastrosas, en que no ha habido muertes y en que tampoco ha habido heridos, según mis noticias, aun cuando aquí se habla de muchos de ellas, pero nada más. Pasada esa perturbación, la elección tuvo lugar, y se ha hecho con la más perfecta tranquilidad, sin protestas de ninguna clase.

¿Hay por tanto que decir algo contra las elecciones de Burgos? Enhorabuena que se lleve a los tribunales a los provocadores del conflicto; pero ¿por qué hemos de anular las elecciones, privando a la provincia de Burgos de tener aquí sus representantes? ¿Qué culpa tienen los señores electos de que haya ocurrido esa perturbación?

No contento S.S. con todo lo que nos ha manifestado respecto del motivo por que se suspendió la elección en el primer día, nos ha hablado también de ilegalidades, de arbitrariedades, de falsedades, de escándalos, de crímenes y de no sé cuántas cosas más. Yo siento mucho tener que decir a S.S., que todas esas ilegalidades, esos crímenes y esos escándalos no existen más que en la imaginación de S.S.; de S.S. que ha procedido con una ligereza impropia de su carácter, porque es un hombre muy sesudo y de mucha representación; ligereza que es impropia de este lugar, atribuyendo crímenes a personas que no conoce y con relación a sucesos de que no tiene noticia.

Enormes escándalos, decía S.S., han ocurrido en la elección de Burgos. Hay una falsedad notoria, han sido falsarios el presidente de la Diputación provincial y los secretarios, porque hay dos actas, firmadas ambas por el presidente, que arrojan distinto número de compromisarios.

Aquí veía el Sr. Méndez Vigo una falsedad, un gran delito, digno de ser purgado en los presidios. Pues bien; todo esto no es más que tontería del Sr. Méndez Vigo. Hay en efecto dos actas, en las cuales aparece diverso número de compromisarios; pero esto es porque así debía suceder; porque en la una aparece el número de compromisarios que tenían derecho a tomar parte en la [251] votación, y en la otra el de los que real y verdaderamente tomaron en el acto.

He aquí en lo que veían un enorme delito el Sr. Méndez Vigo, por el que no ha tenido inconveniente en acusar a una persona digna, constituida en autoridad, nada menos que de autor de un hecho que el Código castiga con cadena.

Pero hay más todavía. ?¡Horror! ¡Espanto! ¡Escándalo! Continúa el Sr. Méndez Vigo. En la elección de Senadores de la provincia de Burgos han tomado parte 46 que no eran compromisarios.? Y por ello llamaba el señor Méndez Vigo falsarios a esos pobres señores, que serán muy honrados padres de familia, y decía que también eran criminales.

Pues bien; ahora resulta que esos 46 individuos a quienes tan duramente calificaba S.S., son tales compromisarios, y han mandado aquí sus actas. Y ya, no sabiendo el Sr. Méndez Vigo por dónde salir, dice: ?es que a esas actas les falta un sello.?

No; no tenían necesidad de sello alguno. ¿Por qué? ¡Si esas actas han venido aquí para hacer ver que S.S. no tiene razón en lo que ha dicho! S.S. ha manifestado que esos individuos no eran tales compromisarios; y esos señores no han tenido más remedio que enviar aquí sus actas para que se vea que lo eran en efecto, y probar que el Sr. Méndez Vigo ha sido muy ligero, por no decir otra cosa, al calificar de criminales a hombres que son tan honrados como S.S., y de quienes supuso que han ido a ejercer un acto que no les correspondía.

Para decir al Sr. Méndez Vigo que no estaba en lo cierto es justamente para lo que han venido aquí esas actas, que los acreditan de tales compromisarios: y véase a qué quedan reducidos todos esos actos horribles, terroríficos, criminales, de que S.S. nos ha hablado para pretender que deben ser anuladas las actas de Burgos.

No hay en esas elecciones ni más ni menos que lo que yo dejo indicado; porque después de todo, el acto grave de la perturbación en nada influye para la cuestión electoral. Hubo una perturbación, un desorden; pero se apaciguó, el acto continuó y terminó sin protesta ni reclamación, y es un acto legal por completo.

El Sr. Méndez Vigo, en su manía de atacar al Gobierno, y sobre todo al Ministro de la Gobernación, ha tratado, a propósito de las actas de Burgos, de acontecimientos que nada tienen que ver con ellas, y nos ha hablado de partidas misteriosas que amenazan la seguridad individual.

Es verdad; hay partidas misteriosas que amenazan la seguridad individual, pero en las cuales no solo nada tienen que ver el Gobierno ni el Ministro de la Gobernación, sino que, en lo que del Gobierno depende, está evitando que esas partidas misteriosas lleven a término sus planes.

No se ha descubierto aún algo de lo que esas partículas misteriosas han hecho, y yo espero que los tribunales lo descubrirán; en el cambio del descubrimiento están; pero esas partidas misteriosas que una vez arrebataron la vida al general Prim, que otras intentan arrebatar la de otros enemigos políticos, y que todavía intentan arrebatar la de personas más altas, son hoy la deshonra de España, mañana quizá sean la deshonra de algunos individuos, de algunas familias o de algunos partidos, que acaso no tendrán inconveniente en llevar a cabo sus planes para realizar sus aspiraciones insensatas contra la voluntad de los pueblos; no tendrán quizá reparo en hacerse, de afiliados, criminales; en dar bandera política al asesinato, y en valerse, como medio de partido o como medio político, del crimen.

Como son partidas misteriosas, como están pagadas por agentes ocultos, como están dirigidas por manos ocultas también, y como encuentran el apoyo que no debieran encontrar nunca los criminales, por eso cuesta trabajo a los tribunales descubrirlos; pero ¡ah! al fin y al cabo los descubrirán, y cuando los descubran, se sabrá la razón de por qué no se han descubierto antes. Entonces verá S.S. que no tiene la culpa el Gobierno de eso; que los tribunales hacen todo lo que pueden por descubrirlos; algo tienen descubierto ya, y yo espero que siquiera en bien de la vindicta pública acabaremos por descubrir lo demás.

Pero ¿qué tiene que ver con todo esto el gobernador de la provincia de Burgos, ni qué tiene esto que ver con las elecciones de Senadores por aquella provincia? S.S. sin embargo, ha juzgado como ha tenido por conveniente a aquella autoridad, que al fin y al cabo es allí un representante del Gobierno central.

Por otra parte, no hace bien S.S. en calificar de ignorante, y creo que de torpe, al gobernador de Burgos. No es esa la manera de dar prestigio a las autoridades. El Gobierno juzga sus actos, y si considera justo su castigo, se le impone como puede y debe; y en caso contrario, le deja toda la autoridad que necesita para gobernar, que no es poca en estos momentos en que hay partidas misteriosas. Pero sea de esto lo que quiera el Gobierno ha procedido como el Senado ha visto; no ha tomado por sí mismo una medida arbitraria que pudiera cohibir a los compromisarios que hicieron la elección.

El Sr. Méndez Vigo quería otra cosa; quería que hubiese entrado en el local, cogido a todos los compromisarios, puesto que todos tomaron parte en aquel acontecimiento, y llevándolos a la cárcel pública, entregándolos a los tribunales de justicia para que estos hiciesen lo que estimasen conveniente. ¡Buena manera de hacer elecciones, prendiendo a todos los electores!

Pero aún quería más S.S.; quería que por esa perturbación no se hubiesen verificado las elecciones, y que luego el Senado hubiera resuelto lo que debiera hacerse con la provincia de Burgos, como si esta tuviera la culpa de la agitación de los ánimos de los compromisarios, para castigarla teniéndola más o menos tiempo sin representación en esta Cámara por el tiempo que la misma hubiese estimado oportuno. Si S.S. hubiera sido gobernador de Burgos habría hecho lo que ha manifestado. Pues yo declaro que entre la torpeza o ignorancia del gobernador de Burgos y la sabiduría o sagacidad de S.S., escojo la ignorancia o la torpeza de aquella autoridad.

No quiero cansar más al Senado con estas cuestiones de actas que no tienen importancia que la que les ha dado el Sr. Méndez Vigo. Esta es una discusión demasiado larga para cosas que valen tan poco como las cosas graves que dice S.S. que han pasado en estas elecciones.

Por lo demás, me tiene S.S. siempre a su disposición; pero quisiera que tuviese un poco más de calma y paciencia, y que aguardara a que vengan los importantes debates políticos, en que S.S. tomará la gran parte que su inteligencia requiere. Aquí me tendrá dispuesto a contestarle, como a todos los demás, porque lo que es el Ministro de la Gobernación no acostumbra jamás a faltar a su puesto.

El Sr. MÉNDEZ VIGO: Pido la palabra para alusiones personales.[252]



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